Por Judith Johnson
¿Qué implica ser un alma? Conceptualmente, y como definición general, ser un alma tiene que ver con vivir, en parte, como un ser no-físico. En otras palabras, parte de nuestro ser está más allá de espacio y tiempo, y según algunas tradiciones religiosas, su naturaleza es divina.
En un nivel práctico, ¿qué implica existir dentro de un cuerpo con una personalidad, una mente y emociones y sin embargo existir más allá de todo en una dimensión que no puede ser adecuadamente captada en palabras? ¿Cómo puede ser que yo sea algo sobre lo cual no puedo ni siquiera hablar?
Yo me encuentro más consciente de ser un alma, o un ser espiritual, cuando experimento la sensación de ser uno con otra persona, o con mi gato, un árbol, una flor o una mariposa. Es decir, por un momento efímero – o tal vez duradero – me fusiono con el otro, y es entonces cuando todas las formas concretas en que somos diferentes no tienen consecuencias. Las diferencias desaparecen de mi conciencia cuando vivo una dulce unidad con el otro. A veces lo practico cuando camino por la calle y, a propósito, hago contacto visual con otra persona y sonrío, invitándolos a entrar. Algunos entran, otros, no. Sin embargo, todos tenemos esa capacidad.
He descubierto que el practicar la conciencia del alma es una gran forma de liberarme de los juicios que tengo sobre mí misma y sobre otros. Cuando alguien realmente me lleva al límite de mi paciencia, por ejemplo, podría dejar que la mente siga y siga girando, contándome todas las cosas que no me gustan de esa persona y lo equivocadas que están por comportarse como lo hacen. Tengo esa opción pero me he dado cuenta de que si lo hago me pongo cada vez más triste.
Tengo otra opción. Puedo elevarme hacia el lugar de la unidad, donde me junto con esa persona, y alimentar así esa atención en vez de incrementar mi desdicha. Puede ser que siempre sea alérgica a la personalidad de esta persona. Pero cada vez que me incomode la dimensión de su expresión, tengo la opción de cambiar de dimensión y poner mi foco en la dimensión más allá de la física donde todos somos uno.
El simple hecho de cambiar mi foco me recuerda que siempre tengo una opción y que siempre lo que elija tendrá sus consecuencias. Si puedo ser lo suficientemente consciente como para ver esta posible opción, me puedo ahorrar mucho dolor. También puedo optar por ser parte de esa solución que implica mayor bondad -de la cual elijo participar – en vez de dejarme arrastrar por el viejo patrón de crear más energías negativas.
Cada elección que tomamos como ésta es como emitir un voto por el tipo de mundo en el que queremos vivir. Por lo tanto, lo que hacemos con nuestra propia conciencia interna realmente tiene un impacto sobre la conciencia colectiva. Cada uno de nosotros, en nuestro mundo interno, está contribuyendo a la calidad de la conciencia que compartimos entre todos. ¡Imaginen las bendiciones potenciales si cada uno de nosotros fortalece la conciencia de nuestra alma en vez de juzgar y rechazar al otro!
¿Tenemos la voluntad para practicar la conciencia del alma y transformarnos así en ecologistas mentales y emocionales?
Judith Johnson es autora, mentora y conferencista. Ayuda a los demás a elevar su estado de conciencia para que puedan brillar de adentro hacia afuera.