Una vida sana no es meramente una vida carente de enfermedad.
La salud es un concepto más amplio, es la expresión total de nuestra vitalidad: además de gozar de buena salud física, es vivir cada día con alegría, proyectos, optimismo, en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Toda persona sana tiene un alto nivel de energía. Siente entusiasmo, se conecta consigo misma y con los demás y nutre los aspectos más edificantes y positivos de la vida. Esto permite tomar buenas decisiones para apreciarse, cuidarse, respetarse y entregar lo mejor de sí.
Depende de nosotros el generar una serie de pautas de estilo de vida que garanticen la continuidad de ese bienestar, para fortalecer nuestro sistema inmune – y de ese modo disminuir la probabilidad de enfermedades y desequilibrios físicos, mentales y emocionales – y mantener un nivel alto de energía, con el que impulsar nuestros quehaceres cotidianos y proyectos.
Solemos asociar la buena alimentación, el ejercicio regular y el descanso apropiado con una salud deseable. Pero con cada vez más frecuencia vemos que tanto médicos como terapeutas recomiendan la práctica de la meditación y el yoga como un complemento necesario para recuperar el equilibrio perdido y fortalecer nuestra salud.
De esta manera, tal cual señalan las investigaciones actuales de la medicina y las neurociencias, podemos afirmar que hay cinco pilares que debemos considerar y trabajar para mejorar nuestro bienestar físico, mental y emocional:
Alimentación – Descanso – Ejercicio – Respiración – Meditación
Alimentación
La consigna general es consumir alimentos frescos y de estación, con preponderancia de vegetales, frutas y cereales por sobre carnes animales. Además, evitar en la mayor medida posible los alimentos envasados, procesados e industrializados, al igual que el consumo excesivoo de azúcar blanca y sal.
Descanso
Es importante saber, que tal como observamos en la naturaleza que nos rodea, la fase de reposo más profundo sucede entre las 10 de la noche y las 4 de la mañana, cuando todo comienza a despertar nuevamente. Por lo tanto, dormir entre las 10 y las 4 nos va a descansar más que dormir fuera de esa franja horaria. Cada persona tiene su propia necesidad en cuanto a cantidad de horas de sueño, pero por lo general, precisamos dormir entre 6 y 8 horas a la noche.
Ejercicio
La vida es movimiento, y para estar plenamente vivos precisamos movernos. Cualquier ejercicio físico – trotar, nadar, caminar, practicar yoga o deportes, bailar – que eleve nuestras pulsaciones durante al menos 20 minutos, idealmente todos los días, va a aportar una mayor cuota de energía y sensación de bienestar a nuestra vida.
Respiración
Si bien todos respiramos para poder vivir, lo hacemos de modo deficiente. Aprender técnicas de respiración, conocidas como pranayamas en la tradición del yoga, nos ofrece herramientas para aprovechar la respiración para energizarnos y extender nuestra energía vital. Aún los ejercicios respiratorios más simples e introductorios nos aportan enormes e inmediatos beneficios, vale la pena explorarlos, siempre con la guía de un instructor calificado.
Meditación
Como no hay bienestar posible sin sentirnos bien en nuestro interior, es imprescindible incorporar una práctica meditativa regular como parte de nuestro estilo de vida – hay una enorme variedad de líneas y estilos para probar cuál se adapta mejor a nuestra necesidad y forma de ser.
¿Cómo logramos incorporar todas estas pautas a nuestra vida cotidiana? Reconociendo nuestras posibilidades y dando pequeños pasos que de a poco nos alejen de lo que nos perjudica y nos acerquen a aquello que nos beneficia. Un poquito menos de lo que nos perjudica, un poquito más de lo que nos beneficia. En el camino hacia nuestra salud plena, celebremos cada pequeño logro, ya que un paso tras otro, con constancia y persistencia, hará al final una gran diferencia.