Por Virginia Francisco
Mindfulness significa “atención plena”, es decir, prestar atención con intención a los contenidos del momento presente. Es una herramienta que nos entrena para dirigir y sostener la atención donde elijamos. El Mindfulness es una práctica profunda y muy antigua, que tiene su origen en el budismo. Cobró popularidad en occidente a partir de un sistema de prácticas que desarrolló el médico norteamericano Jon Kabat Zinn dentro de un entorno terapéutico, para reducir el estrés y aliviar el dolor provocado por los síntomas de diversas enfermedades. Con el tiempo, se fue comprobando que los efectos de la práctica de la atención plena van mucho más allá de la reducción del estrés o el alivio de dolores.
Estas prácticas nos entrenan en una nueva forma de relacionarnos con nuestras experiencias momento a momento. En lugar de criticar o resistir automática y reactivamente los aspectos que no nos gustan de nuestras vivencias, el Mindfulness propone ir al encuentro de la experiencia presente, sin importar cuál ni cómo sea, con cualidades como la compasión, la curiosidad y la aceptación. En palabras de Kabat Zinn: “El Mindfulness se puede cultivar prestando atención de un modo específico, es decir, en el momento presente, de la manera menos reactiva, sin enjuiciar y con la mayor apertura posible de corazón”. Esta última cualidad que involucra al corazón es central en esta práctica, ya que su esencia incluye no sólo un aspecto de la mente, sino que es estar conscientes desde el corazón. Abrir el corazón al momento presente implica, en términos concretos, traer una cualidad amable, compasiva, cálida y amigable a nuestra experiencia.
Practicando esta atención, vamos encontrando la manera de vivir en el presente disfrutándolo, en lugar de preocuparnos inútilmente por el futuro o lamentarnos por el pasado. Cuando podemos hacer una breve pausa para reflexionar, no tardamos en comprender que el pasado ya concluyó y no podemos cambiarlo y que el futuro aún no llegó, y ninguna cantidad de preocupación en el presente puede evitar ni propiciar la forma que ese futuro desconocido tomará.
Rápidamente llegamos a la conclusión de que el presente, este preciso momento, es en realidad el único momento que tenemos. ¿No es aconsejable preguntarnos qué vamos a hacer con él y considerar qué otras opciones tenemos, además de preocuparnos y llenarnos de ansiedad, o lamentarnos y llenarnos de culpa?
El valor inapreciable del Mindfulness es que nos muestra cómo vivir en este momento armoniosamente, sin resistencias ni batallas interiores. Así, vamos haciendo del momento presente un momento maravilloso donde estar, de hecho, es el único momento en el que podemos crear, decidir, escuchar, pensar, reír, ¡y vivir! Esta posibilidad nos abre a nuevas dimensiones de nuestra experiencia, que empiezan a hacerse disponibles con tan sólo nuestra presencia y atención: sensaciones y percepciones para experimentar, probar, disfrutar y apreciar. Este mayor nivel de riqueza vivencial, genera plenitud, alegría y conexión con lo que vamos viviendo a cada momento. Y estas vivencias más ricas, nos llevan a apreciar lo que antes pasábamos por alto, y a sentir gratitud ante la inagotable abundancia que nos espera, ¡solo tenemos que disponernos para ver todas las posibilidades!
La meditación que propone el Mindfulness, es un tipo particular de meditación, que ha sido objeto de mucha investigación y ensayos en entornos clínicos. Esta práctica implica apartar cierto tiempo y sentarse en una postura quieta para prestar atención de modo sistemático a distintos objetos o focos, a saber:
- La sensación de la respiración (nuestra atención sigue cada inhalación y exhalación)
- Las experiencias de alguno de nuestros sentidos (lo que vemos, oímos, tocamos, etc.)
- Las sensaciones de nuestro cuerpo (de modo general, o específicamente parte por parte)
- Nuestros pensamientos o emociones (sin juzgar sus contenidos)
- Lo que sea que predomine más en nuestra conciencia en el momento (sensaciones, percepciones, pensamientos)
Cuando observamos nuestros pensamientos, podemos descubrir patrones habituales, que son los que subyacen y determinan nuestros pensamientos. Esto es de enorme importancia, ya que los pensamientos determinan en gran medida las emociones que sentimos y las decisiones que tomamos, de modo que ser conscientes de nuestros patrones es muy útil para generar cambios y transformaciones positivas en nosotros mismos.
Además de lo que se conoce como práctica meditativa “formal”, en la que apartamos un tiempo para sentarnos, detener nuestros quehaceres y enfocar nuestra atención, el Mindfulness promueve también la práctica de la meditación “informal”. Esta se refiere a la experiencia de estar presentes y enfocados mientras realizamos nuestras actividades diarias, desde cocinar, charlar con un amigo, manejar al trabajo o almorzar. Todo lo que hagamos con foco, profundiza nuestra capacidad de ser conscientes y entrena gradualmente a nuestra mente a estar presente, en lugar de irse de viaje al pasado y al futuro. Desde ya que todo lo que hacemos de modo consciente gana en eficiencia, disfrute y aprendizaje.
De no hacer esta práctica de atención plena mientras transcurre nuestro día, la mayor parte del tiempo la mente estará perdida en pensamientos. Es lo que se denomina “modo piloto automático”. El gran inconveniente de vivir más inconscientes que conscientes de lo que hacemos, es que gran parte de nuestros pensamientos automáticos y compulsivos son predominantemente negativos, y nos predisponen a tener experiencias negativas. El precio que pagamos por no ser conscientes de ellos es no poder cambiarlos. Además, aunque no fueran negativos, nos aíslan del entorno y no nos dejan experimentar lo que realmente sucede en cada momento, sumiéndonos más bien en una realidad totalmente conceptual. Sería el caso si nos tomamos un rato para caminar en un parque, pero todo el tiempo estamos pensando en el problema que tenemos que resolver en nuestro trabajo. No sólo no estamos viviendo con plena atención el momento presente, sino que ese tipo de pensamiento aumenta la carga de tensión y ansiedad que sentimos.
Por último, el Mindfulness no busca resolver nuestros problemas. Más bien, nos hace conscientes de ellos y nos invita a aceptarlos, para luego decidir cuál es la mejor manera de solucionarlos. Si sentimos dolor o ansiedad, esta herramienta nos ayudará a aceptar lo que sentimos, en lugar de sofocarlo, negarlo o resistirlo. Como señala el viejo refrán: “Lo que resistes, persiste”. Mediante este enfoque, el cambio llega pero de modo natural y espontáneo. Es importante destacar que aceptar lo que experimentamos no tiene nada que ver con la resignación, sino más bien, con generar la posibilidad de transformarnos, de modo consciente y como elección.