Por Virginia Francisco
Cuando aprendemos que vivir con atención plena nos aporta grandes beneficios físicos, mentales, emocionales y espirituales, surge naturalmente la intención de incorporar estas prácticas a nuestra vida cotidiana.
Significa que comenzamos a integrar distintas prácticas. Algunos ejercicios requieren más o menos tiempo y un espacio específico. Como ciertas prácticas insumen una hora o más de tiempo como mínimo, necesitaremos organizar nuestras actividades, para estar seguros de contar con el tiempo durante nuestro día para hacerlas.
Parece una obviedad aclarar que las prácticas no surten efecto en nosotros a menos que las llevemos a cabo pero es necesario poner el acento en la práctica. Cuando nos abocamos a hacerlas, tarde o temprano, nos encontraremos con ciertos obstáculos. Es muy importante conocer las instancias de antemano y tener un conjunto de estrategias para superarlas. Es como contar con un mapa cuando nos vamos de viaje. El mapa nos indica las características del camino y del terreno y nos permite tener las herramientas necesarias para atravesarlas: si vamos a tener que cruzar una laguna podemos llevar bote inflable y remos, si vamos a escalar una pared de piedra, llevaremos sogas y grampones, y frente a bajas temperaturas llevaremos abrigo, o bien protección si hará un calor abrasante. Teniendo esta información de antemano, podremos ir preparados y no nos sorprenderemos ante cada instancia.
Algo similar ocurre con nuestro viaje de autoconocimiento y las prácticas que este viaje requiere. Es muy distinto saber de antemano con qué me voy a enfrentar y contar con los recursos necesarios, que sorprenderme en el momento y no estar preparado.
Los obstáculos que solemos enfrentar en las prácticas son de dos tipos: externos e internos. Los obstáculos externos tienen que ver con hechos imprevistos en nuestra vida, que nos obligan a cambiar la rutina que habíamos planificado, como alguien que se enferma y requiere de nuestro cuidado, como un trabajo adicional que insume más tiempo, u otros hechos que derivan en falta del tiempo necesario.
Los obstáculos internos son más complejos, ya que incluyen varios aspectos de nuestro ser, que a veces requieren herramientas previas. Por ejemplo, para aprender un deporte, más allá de la cuestión técnica, tengo que contar con un mínimo de preparación física para poder correr y desplazarme.
El principal obstáculo interno es la inconstancia. Nos entusiasmamos con algo, y luego ese entusiasmo inicial se va perdiendo y no alcanza para sostener nuestro propósito. También puede ir acompañado de falta de voluntad. Está la intención de hacer la práctica, pero no logramos movilizar los recursos necesarios, físicos y mentales, para concretarla. Tal vez el problema más complejo de abordar es la resistencia interna. Sabemos que la práctica nos aportará beneficios y mayor bienestar, pero la postergamos, hacemos otras cosas, la evitamos y se nos pasan los días y no practicamos como hubiéramos pretendido. Además, suelen surgir ciertas emociones o estados mentales que nos perturban en la práctica. Es una suerte de autoboicot, que sabotea lo que pretendemos hacer.
Por otro lado, la hipervigilancia, que es una actitud obsesiva o perfeccionista hacia tu práctica, te termina estresando más de lo que te relaja. Si permanentemente te preguntás cómo te está yendo, si estás progresando o no, dejás de estar presente y sobreviene la preocupación. Las prácticas conscientes promueven un abordaje amable y compasivo de nuestras experiencias. Es decir, la atención que damos a nuestros pensamientos, sentimientos y percepciones es amigable y no crítica. De esta manera, nos acercamos a nuestras propias experiencias para entenderlas e integrarlas, sin rechazos ni resistencia.
Posiblemente, estos mismos obstáculos estén presentes en otras áreas de nuestra vida, por lo que vale la pena considerarlos y diseñar herramientas y estrategias para superarlos. Existen incontables herramientas que nos pueden ayudar a compensar nuestras debilidades y cultivar nuestras fortalezas, que abarcan desde las cuestiones más prácticas y concretas hasta las más internas y subjetivas: formas de desarrollar la voluntad, de entrenar la atención enfocada, de armonizar las emociones, de organizar con eficiencia nuestras prioridades, de aprender a reflexionar con claridad y tomar buenas elecciones. ¡Las ayudas sobreabundan para quien se dispone a recibirlas!
Es importante destacar otro factor: la flexibilidad. Tal vez el día que no pudiste descansar bien porque te acostaste tarde no sea el ideal para practicar un recorrido corporal de 50 minutos, porque probablemente te quedes dormido. Pero una práctica dinámica más breve, puede ajustarse mejor a tu estado en ese momento. ¡Sé flexible!
Es recomendable tratar los obstáculos que surjan en tu práctica con la misma curiosidad, cuidado y amabilidad que tratarías a un amigo cercano. Cuanto más observamos nuestras experiencias desafiantes, más comprendemos que cumplen un propósito insustituible: ¡nos fortalecen y hacen más sabios! Y después de todo, ¿no es de eso que se trata la vida más plena?
Y por último, tal vez prefieras pensar en los desafíos como mensajeros que te aportarán mayor sabiduría, además de conocimiento y aceptación de vos mismo.