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Práctica de meditación en la naturaleza

Esta práctica de meditación nos permite ser uno con la unidad de la cual somos parte.

Contemplación de los elementos de la naturaleza

Los grandes meditadores desarrollan un afecto particular por la naturaleza. Tal vez porque, al acercarnos a nosotros mismos, nos aproximamos a la unidad de la cual formamos parte. La naturaleza no solamente nos alimenta, sino que vive y respira en nosotros. El aire de nuestros pulmones es el mismo que el aire exterior. El hierro, el  cobre y otras sustancias de nuestro cuerpo son idénticos a las sustancias externas. El agua de nuestro cuerpo es la misma agua que fluye por los ríos. La comida que tomamos procede de la tierra y vuelve a la tierra. Nuestra mente está llena de las imágenes pintadas por la naturaleza, los árboles y las montañas, el aroma de las flores y el canto de los pájaros.

Al seguir el camino de la meditación, esta toma de conciencia de la naturaleza se desarrolla por sí misma, y lleva a una sensibilidad hacia todos los seres, tanto sensibles como insensibles.  A tal punto que somos conscientes de que aplastar a un insecto contra la pared en lugar de abrir la ventana y dejar que se vaya reduce la vida.

Podemos realzar esta sensibilidad meditando al aire libre siempre que nos sea posible. A muchas personas les gusta llevar hojas, ramas, piedras, plumas, o semillas a sus casas, para honrarlas y respetarlas como expresiones de vida que son. La vida en nosotros es la misma de toda la creación. Observá cómo transcurren las estaciones y no juzgues los días como buenos o malos según el tiempo que veas cada mañana al levantar la persiana. Todos los días son buenos, todos los climas tienen su razón de ser, y tanto los amaneceres como los atardeceres tienen su indiscutible encanto.

Práctica para ser consciente de la naturaleza y sus elementos

La naturaleza está formada por cuatro elementos: las cosas son:

  1. sólidas (tierra)
  2. líquidas (agua)
  3. calientes o frías (fuego o su ausencia), y
  4. gaseosas (aire).

El ejercicio que se explica abajo te ayudará a experimentar los elementos en el exterior y reconocerlos también en tu interior. Este reconocimiento nos lleva de modo natural a armonizarnos con nuestra naturaleza interior y su correspondencia exterior por simple efecto de resonancia. El agua que nos rodea en estado puro y natural, armoniza nuestro elemento agua. La tierra que pisamos armoniza nuestro elemento tierra. El aire que nos rodea y respiramos armoniza nuestro elemento aire. El calor y la luz del sol que recibimos armonizan nuestro elemento fuego.

  1. Sentate en un lugar de la naturaleza y sé consciente de la tierra y de tu cuerpo como elemento sólido. Hacelo sentándote con todo tu peso sobre el suelo. Sé consciente del elemento tierra en tu cuerpo en forma de huesos, tejidos, órganos, hasta que lo interiorices en tu conciencia.
  2. Sé consciente del agua que te rodea y de tu cuerpo como líquido: las siete octavas partes de tu cuerpo son agua, y la sangre que fluye por tus venas y arterias.
  3. Sé consciente de la luz, del sol y del elemento fuego en tu cuerpo en forma de calor, igual que el fuego que forma parte de la vida. Sé consciente del calor en tu interior y en la temperatura de tu cuerpo.
  4. Sé consciente del aire que te rodea y del aire de tus pulmones. Sé consciente del oxígeno de tu sangre, y del aire sin el cual la vida física sería imposible.
  5. Por último, tomá conciencia del espacio donde todo existe, incluso tu cuerpo. Extendé sentimientos de gratitud hacia estos elementos que conforman los cimientos sobre los cuales se sostiene tu cuerpo. Sentí la continuidad de los elementos en tu interior y en el ambiente que te rodea, generando una simpatía y resonancia entre el todo y vos, como parte de ese todo.

Al levantarte y retomar tus actividades, procurá conservar algo de esta sensación de continuidad con todo y todos, en la mayor medida posible.

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