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Claves para llevar la meditación a la vida cotidiana

La meditación nos entrena en una nueva forma de mirar.

Muy a menudo, los que meditamos, tenemos la sensación de que esos estados de calma y sanación logrados durante la práctica de la meditación tienen poco o nada que ver con lo que nos pasa durante el resto del día. Sucede que cuando volvemos al trabajo, al interactuar con los demás cuando retomamos nuestras actividades habituales, toda la armonía, claridad y paz que sentimos durante la meditación parece esfumarse. Un comentario que no nos cae bien de parte de un colega, una molestia física o una discusión con un amigo vuelve a activar los viejos patrones de reacción.
Esto es absolutamente normal y esperable. Cuando meditamos, solemos estar solos o con un grupo de meditadores, en un ambiente cuidado donde las molestias y amenazas no nos afectan.
¡Sería muy limitado el alcance de la meditación si sólo nos sirviera para el tiempo en que hacemos una pausa en nuestro día para meditar! Cuando fortalecemos nuestro cuerpo a través del ejercicio físico, los beneficios no se aprovechan sólo durante la práctica, sino que mejoran todas las demás experiencias: desde subir una escalera a bajar un pack de ocho botellas del baúl del auto.
Tal vez el mayor beneficio de la meditación es permitirnos vivir una vida meditativa. Nos permite usar todas las herramientas que aprendemos meditando para atravesar situaciones de todo tipo, especialmente las que presentan dificultades y desafíos. De modo similar a cuando nos entrenamos para correr una maratón, o practicamos para aprender a tocar un instrumento, vamos progresivamente de los niveles más básicos a los más complejos y avanzados. Al meditar, comenzamos practicando el sentirnos cómodos en el momento tal cual es, el amigarnos con nuestra situación presente, el fluir con la respiración sin cambiarla. Una vez que hemos aprendido a entablar una relación más amigable con la experiencia, al entregarnos simplemente a cada momento, podemos ir abordando instancias más desafiantes.
Imaginemos que vivimos en una gran mansión de varios pisos, pero por algún motivo, nos mantuvimos siempre encerrados en una sola habitación, sin enterarnos de que existen muchos otros espacios ni que tenemos jardines disponibles. Y un día, al investigar, abrimos la puerta de nuestra habitación y descubrimos las otras habitaciones del piso en el que estamos. Ya a partir de ese momento, nuestra experiencia se transforma porque tenemos la opción de vivir en muchos otros lugares más allá de nuestra habitación. Si seguimos con esta analogía, explorar otros pisos y espacios de la mansión nos permitirá habitar más lugares y expandir todavía más nuestra experiencia. Incluso pasear por los jardines, una vez que hayamos descubierto su belleza.
Del mismo modo, explorar nuestro espacio interior y descubrir que tenemos mucho más disponible que lo que creíamos, nos transforma y nos permite vivir con más opciones, con mayor libertad y riqueza.
¿Cuáles son las maneras concretas de expandir nuestra conciencia de ser, y por lo tanto nuestra capacidad de experimentar, disfrutar y aprovechar más la vida?
La meditación nos entrena en una nueva forma de mirar. Así como decimos que la belleza está en los ojos de quien la contempla, es decir, en la capacidad que tenemos de reconocer y por lo tanto apreciar la belleza, la paz que trae la vida consciente es el resultado de una “forma de mirar” la realidad, en lugar de un estado provocado por factores externos.
Todos hemos tenido la experiencia de pensar en algo constantemente y ver cómo esto se manifiesta en nuestra experiencia. Por ejemplo, si nos interesamos por un determinado modelo de auto empezamos a ver muchos autos de ese mismo modelo en la calle. O si una mujer quiere tener un hijo se percata de una gran cantidad de mujeres embarazadas en todos los sitios que recorre.
Dentro de las prácticas espirituales opera la misma ley: una persona que cultiva el agradecimiento comenzará a descubrir cada vez más razones para sentirse agradecido en su vida. Y conforme este mismo principio, aprender a ofrecernos como espacio abierto para nuestras experiencias mientras meditamos, nos permitirá ser una presencia consciente que vive las experiencias de nuestra vida diaria tal cual son, en su verdadera y real naturaleza. Así, personas, objetos y situaciones se nos revelarán en toda su maravilla y profundidad, como siempre han sido, antes de que empezáramos a pensarlos.

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