Están por todas partes. Muy elegantes con sus uniformes, siempre atentos y firmes. En todos los rincones del mundo esperan los camareros sordos de Dios. Están altamente capacitados y ansiosos por compartir todo tipo de deleites. Fueron entrenados para conjurar un apoyo inimaginable para tus planes. Siempre prestan atención. Quieren susurrarte ideas maravillosas y buscan, triunfantes, manifestar la mejor fortuna para todos.
Están a la espera de lanzar sincronicidades auspiciosas en tu camino para que puedas avanzar en tu misión.
El único problema es que los camareros de Dios son sordos. No pueden tomar tu pedido ni entender tus deseos a través de lo que decís. Las palabras no son suficientes. No, solo pueden tomar tus pedidos y entender tus deseos a partir de tus acciones.
Cuando actuamos siguiendo nuestras pasiones y nuestros propósitos más profundos, los camareros nos ven ocupados y productivos y se interesan por nosotros. Recién ahí se dan cuenta y sacan sus conclusiones: “Ah, sí, entiendo, él necesita uno de éstos”… “Claro, ella quiere abrir esta puerta”…y nos brindan regalos oportunos aunque nunca nos hubiésemos imaginado que eran justo lo que necesitábamos. Sin embargo, llamados por nuestras intenciones seguidas, en concreto, por nuestra productividad y compromiso, los camareros sordos de Dios que están por todas partes, aparecen. Quiern servirnos para que alcancemos nuestras más altas ambiciones.
No se olviden de dejarles muy buena propina.
¿Cuántas buenas intenciones quedan en la nada por no dar el primer paso? No hace falta tener todos los detalles resueltos, no podemos pretender ver todo el trayecto de nuestros planes de entrada. Esa ayuda que tanto necesitamos está esperando que entremos en acción.
Nunca llega el momento perfecto, con todas las condiciones dadas para hacer lo que queremos hacer. Si nuestra visión es clara y nuestra intuición es poderosa hay que lanzarse al agua y saber que habrá muchas decisiones para tomar en el camino pero que no se pueden conocer desde el punto de partida.
Hay que darle algo a Dios para que lo pueda bendecir.
La fuente para esta historia es el multitalentoso músico inglés Jaime Catto. Su album, “Internal. Music for Dissolving” está disponible en Spotify.