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La práctica del yoga como camino espiritual

Un relato en primera persona que cuenta un viaje desde el yoga hacia uno mismo.

Por Mariana Pellegrini

Aún recuerdo esa primera savasana (posición restauradora que implica recostarse en el piso), esa primera relajación, hace 10 años. Al cerrar los ojos, me fue imposible  dejarme llevar por el instante. No sabía bien qué era lo que estaba haciendo, o mejor dicho, qué era lo que debía hacer. No me pude relajar, estaba ansiosa, y todo era territorio desconocido para mí. Hasta ese momento, ¡solo había cerrado los ojos para dormirme! Así y todo, esa experiencia fue el primer paso en mi camino hacia la espiritualidad y el autodescubrimiento. Esa savasana fallida sería la antesala a un mundo que se fue abriendo ante mí para mostrarme un camino de evolución y amor hacia mí misma.

Las posturas nos mueven, la respiración nos dice hacia dónde ir y de qué manera dejarnos recorrer por la energía. Si bien el componente físico del yoga es el más conocido en Occidente, la práctica abarca mucho más. Nos invita a mirar más allá del estiramiento del psoas – el músculo que se abre en las posturas de guerreros- o la apertura del pecho en la cobra. Esas sensaciones físicas nos permiten encontrarnos en una situación especial, en donde sólo está el cuerpo y donde el momento presente fluye mientras sentimos, nos movemos y respiramos. Nos movemos y respiramos.

La presencia lo es todo, el mantra “aquí y ahora” está implícito en cada secuencia, en cada asana. Pero en un determinado momento, la clase culmina, nos levantamos de la relajación y después de ponernos los zapatos, volvemos al mundo… a nuestro mundo, al tuyo, a tu realidad más próxima.

Es el momento ideal para preguntarte:

¿Cómo hago para extender al día a día los dones y las virtudes que practico sobre el mat de yoga?

¿Puedo abrir mi corazón como en un puente cuando veo en alguien la necesidad de un abrazo o una palabra?

¿Puedo sostenerme a mí mismo como en la postura de la vela cuando recibo una crítica sorpresiva?

¿Puedo hacerle frente amoroso a mis miedos como lo hago en mis guerreros?

Sí, por supuesto que sí. Extrapolar lo que sentimos, lo que podemos experimentar y construir en nuestra clase de yoga a nuestra vida, es consagrarnos como el gran maestro personal al que tantos anhelamos encontrar.

El yoga, tu yoga, te muestra un estado del Ser que estuvo ahí siempre, como lo estuvo para mí en esa savasana con ojos abiertos y piernas inquietas. Fue en ese inolvidable instante en el que decidí, aún sin saberlo, que iba a dedicar mis próximos diez años a estudiar, practicar y enseñar yoga. Hay que recordar siempre: todo lo mágico que acontece en tu práctica, toda la espiritualidad y conexión que sentís allí… ya está formando parte de tu vida.  Es aquí y es ahora. Inhalá profundo y deja salir el aire suavemente, ya estás practicando, ya estás en el camino.

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