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El verdadero espíritu de la Navidad

Ser conscientes del verdadero sentido de la Navidad ayuda a celebrar el nacimiento del alma.
Por Thomas Moore

Espíritu celebratorio

La celebración de la Navidad puede carecer de sentido y enloquecernos, especialmente si no nos adentramos en sus capas históricas más profundas y en su simbolismo. Podemos sentirnos abrumados buscando regalos si no comprendemos que dar regalos es una forma de estar en familia, de cultivar la amistad y de ser parte de una comunidad. Que la Navidad es un tiempo para modelar una utopía económica basada en el intercambio de regalos.

Tal vez sintamos que la Navidad es un tiempo de darnos licencia para comer y beber de más. Sin embargo, la idea de trascender los límites diarios ha sido parte de las celebraciones de solsticios por cientos de años. No es necesario llegar a extremos, pero sí podemos hacer excepciones respecto de nuestras reglas personales habituales, basándonos en la idea de tiempo liminal. Es decir, un período de tiempo inicial de días o semanas que apartamos para celebrar un aspecto importante de nuestras vidas. Hasta podemos pensarlo como un tiempo para apuntar a un paradójico “exceso moderado”.

Es mejor entregarse al espíritu de lo liminal antes que luchar contra él. Significa salirnos de los tiempos habituales para estar de buen humor, hacer regalos sentidos, cocinar comida rica y pasar más tiempo de lo habitual con amigos y familia. La mejor manera de hacerle frente al agotamiento de las Fiestas no es evitarlas sino vivirlas con consciencia del sentido profundo.

Villancicos, ángeles, luces y brillos

Cantemos los villancicos sabiendo que son expresiones de los ángeles, misteriosos seres separados que representan los factores invisibles que tienen influencia sobre nuestras vidas. Decoremos el árbol, sabiendo que este simbolismo tiene raíces profundas. Al ponerle luces, podemos apreciar que la luz es el tema principal de estas Fiestas.

La Navidad es un tiempo sagrado que nos invita a reflexionar sobre los temas más importantes de nuestras vidas, especialmente el salir de la oscuridad de la ignorancia para arribar a la luz de una nueva comprensión junto a sus posibilidades. La Navidad transforma en ritual el nacimiento de nuestra alma. Recordemos que los rituales son acciones mundanas llevadas a cabo con atención especial a la poética subyacente que tiene significados mucho más importantes de lo que puede parecer a una mirada superficial.

 La encarnación como mensaje teológico de la Navidad

Personalmente, la Navidad tiene para mí muchas capas muy ricas: los cálidos recuerdos de mi familia durante mi infancia, la festiva misa navideña con sus brillos y luces, los villancicos y otra música asociada a las festividades, y la teología de la encarnación: llevar una vida espiritual mientras estamos inmersos en el mundo cotidiano.

Para nuestras vidas, la encarnación significa estar enfocados en lo espiritual y lo eterno pero trayendo ese foco a nuestras vidas físicas en forma profunda. También significa tener la aptitud de ser a la vez carnales y espirituales, enamorados de la vida mientras somos capaces de conectar con lo eterno y lo divino. Este es el corazón del mensaje teológico de la Navidad: vivir en dos mundos que se superponen pero que son distintos. No hace falta que seamos materialistas, pero tampoco debemos sacrificar nuestra vida física y mundana por un ideal espiritual. Seamos humildes con ideales nobles.

Nacimiento de Jesús y del alma

Esta enseñanza, como toda buena teología, no apunta solamente a los que toman las enseñanzas de los evangelios, sino que es para todos, desde los más creyentes hasta los escépticos. Desearía que quienes asocian la Navidad exclusivamente al Cristianismo puedan mirar más allá y ver los símbolos y las verdades universales que se expresan en esta Fiesta. ¿No será por esto que tanta gente, de diferentes tradiciones y contextos, se siente atraída hacia la Navidad? ¿Será porque perciben los símbolos naturales y las realidades básicas que se celebran en esta época del año?

Si tomamos en serio a la Navidad y logramos trascender la ansiedad de los regalos y los festejos, podremos descubrirnos a nosotros mismos, cada año para esta época, y experimentar un nacimiento dentro de nosotros mismos, como el que se describe con tanta belleza en las historias de los evangelios. Será una celebración tanto del nacimiento de Jesús como del nacimiento de nuestra propia alma.

Thomas Moore fue monje, músico, profesor universitario con un doctorado en religión, psicoterapeuta y autor del libro “El alma de la Navidad”.

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