Plazos, listas de cosas por hacer, proyectos, responsabilidades: todo esto contribuye a que sintamos que nuestras vidas son agitadas y hasta inmanejables. Una de las grandes habilidades que podrás adquirir es aprender cómo acceder a tu brújula interior y encontrar así tu centro en momentos de estrés.
Todos nos encontramos con personas, situaciones, y períodos estresantes en nuestras vidas. Lo que hace que cada uno de nosotros sea diferente a otro son las elecciones que hacemos en un momento dado.
Al perder temporalmente tu equilibrio, es posible restablecer tu alineación interna de forma rápida y fácil a través de unos sencillos pasos. Esto te ayudará a reorientar la lente a través de la cual percibís tus experiencias.
Tres pilares para encontrar tu centro
Los 3 pilares para encontrar tu centro son:
- la toma de conciencia
- la atención, y
- la intención.
La toma de conciencia
El primer paso es tomar conciencia de que estás fuera de tu centro. La conciencia es una de las grandes herramientas para crear un cambio. Una vez que percibas que has perdido tu centro, aparece la oportunidad de hacer una elección consciente para cambiar tu estado interno.
Una persona que decide conscientemente es alguien que toma decisiones para desplegar un mayor potencial (en contraposición a perpetuar el melodrama).
En primer lugar, es importante que seas consciente de la necesidad de reorientar tu energía o tu enfoque. Para comenzar a cultivar la conciencia, comenzá cada nuevo día o cada nuevo proyecto cerrando los ojos, realizando unas cuantas respiraciones profundas, e imaginando que cada vez que concretás algo, lo hacés desde de un lugar de equilibrio.
Al hacer este ejercicio de imaginación, podés observar, oír y hasta sentir los pasos que llevás a cabo sin esfuerzo, a través de cada experiencia, con claridad, enfoque y conciencia. Dejá que esta visión o sensación apacible se convierta en un ancla que te permita elegir la forma en que querés moverte día a día de forma consciente. Finalmente, observá cómo empezás a sentir más paz al hacerlo. A continuación, abrí los ojos y seguí con tu día.
Atención en la acción
El lugar donde ponés tu atención es crucial. El segundo paso es darte cuenta de adonde estás dirigiendo tu atención en el momento.
Estar con atención significa estar consciente de lo que está sucediendo a tu alrededor. Cuando entrás en la conciencia del momento presente, tu atención se basa en el aquí y ahora.
Aquí es cuando es posible comenzar a observarte a vos mismo y a tu entorno.
Primero poné tu atención en tu respiración. La respiración es la mejor herramienta para huir de tu cabeza (y del caos del momento), entrando así en tu corazón. Respirar con conciencia puede ayudarte a ver las cosas con calma el tiempo suficiente para que compruebes y veas adonde estás.
A continuación, comenzá a observar tus pensamientos y sentimientos. ¿Podés cambiar la forma en que te estás sintiendo simplemente poniendo tu atención donde quiera que sientas una sensación? ¿Podés tomar un punto de vista diferente y ver opciones que antes no podías ver? Todo cambio es creado en el momento presente; a partir de este lugar serás capaz de cultivar la tierra fértil necesaria para el paso final.
La intención
El tercer paso es establecer tu intención teniendo en cuenta cómo te gustaría responder a los desafíos de la vida. Una intención está basada en el futuro y plantada como una semilla en el momento presente al colocar tu atención en ella.
Tu intención podría ser la de parar o bajar tu ritmo lo suficiente como para tomar una decisión con claridad. Tal vez sea el caso para mantenerte en un lugar de aceptación. Tal vez te has dado cuenta de que es necesario eliminar algunas actividades o compromisos, o que querés encontrar tiempo en tu agenda para la relajación y la reflexión.
Para poner claridad fijate qué resultado esperás preguntándote lo que te gustaría experimentar. ¿Qué decisiones te gustaría tomar en este momento, y cuáles son las opciones disponibles?
Breve ejercicio
Si te considerás una persona visual, imaginate calmo, sereno, relajado y simplemente contemplá tu situación de vida o la circunstancia en la que estás, desde allí, antes de proseguir.
Si te considerás más una persona kinestésica, imaginá que estás flotando justo por encima de la situación y que lográs sentarte con serenidad, sin que te afecte el entorno. Detenete y reflexioná sobre cómo te gustaría sentirte en esa situación. Esto te va a ayudar a dirigirte hacia un estado más armonioso. Desde este lugar de claridad, paz y equilibrio, podés continuar con mayor éxito.
Cada vez que observes que tu calma interior está comprometida, toma unos minutos para cerrar los ojos y sé consciente de cómo te sentís en ese momento. Luego -con tu atención en el aquí y ahora- eligí volver a tu intención anterior y volvé a ese lugar donde te sentís relajado, presente y centrado.
Con la práctica, este ejercicio se convertirá en algo natural, permitiéndote volver a tu centro de manera fácil, instantánea y sin esfuerzo.
Tris Thorpe es Maestra Educadora en el Centro Chopra para el Bienestar Instructora de los Programas de Certificación de la Universidad del Chopra Center.